miércoles, 30 de noviembre de 2005

Ahora ganas, ahora sin ganas

Pues así se puede resumir el día. Todo ha empezado cuando he llegado a casa y me ha dicho: "¿sabes? Ya no tengo ganas de fumar".
El caso es que cuando estás más nervioso por algo, o bien porque te han tratado como no te esperabas en un sitio, o bien porque te han salido las cosas al revés, te apetece andar, correr, gritar y descargar nervios. Y si eres fumador, te debe apetecer incluso coger el cigarro y echar humo hasta por las orejas. Y esto le pasó por la mañana. "Pero con las mismas, cogí un caramelo y se me pasaron las ganas", me ha dicho.
Sin embargo, todo se ha ido colocando en su sitio y a la hora de comer, con invitados fumadores, nada de ganas de agarrar el pitillo.
Perfecto. Y entre tanto, la hucha sigue llenándose de dinero.