miércoles, 28 de marzo de 2007

¡Qué difícil!

Cuando parece que todo está superado, y camino de los dos años sin fumar, aprietan de nuevo las ganas. Quizás porque está agusto consigo misma, porque ha rehecho un grupo de amigas en una ciudad a la que ha tardado en adaptarse, y está más en la calle.
Me promete que no fuma, que una de sus amigas sí. La creo, claro. Y también me dice que cuánto le cuesta.
La animo, y le recalco lo que creo que ella no ve ciega por llevarse un cigarro a los labios. Creo que la normalidad con la que le digo las cosas la abruma, aunque tampoco sé si hago bien o debería ir por otro camino. El caso es que el contador sigue sumando días sin fumar. Espero que muchos, por ella.